lunes, 16 de enero de 2012

Ciao ciao

Ayer murió Fraga, pero a mi lo que me interesa, como periodista, es su época como ministro de Información y Turismo. En 1966, Fraga pregonaba “el fin de la censura previa” con su nueva Ley de Prensa e Imprenta, que fue un auténtico fraude político enmascarado con una prosa jurídica formalmente moderada que no le impidió reformar el Código Penal para radicalizar la represión. Así que aquí os dejo un artículo de aquella época de Emilio Romero, publicado en Pueblo y un comentario que hice sobre él.



 “CORTAR ALGUNAS LENGUAS”
Emilio Romero - Pueblo,
24 de junio de 1971



El texto hace una reflexión de la situación periodística en España desde que entrara en vigor la Ley 14/1966 de Prensa e Imprenta (con la que se consigue una libertad moderada en la prensa) hasta el momento de la publicación del texto en junio de 1971 y su evolución futura. La tesis del autor se centra en que sería preferible “cortar algunas lenguas” antes de que pudiera desvanecerse la libertad, es decir, que poseer un periódico no da el derecho de atacar a las posiciones contrarias, a su ideología, y menos aún que afectara a ese proceso hacia la libertad de expresión y pluralismo que se estaba viviendo en España gracias a esa Ley de 1966 que anulaba las consignas y suprimía la censura previa como procedimiento normal, reservadas a partir de ese momento solamente a casos de emergencia nacional o guerra. La ley, además contempla el secuestro administrativo de publicaciones, y también prevé sanciones para quien escriba o publique lo que se considerara contrario a los Principios Fundamentales del Movimiento y el ordenamiento jurídico general del franquismo, así como establece el concepto de información de interés general por la cual el gobierno podía obligar a cualquier publicación a insertar gratuitamente notas provenientes de la Dirección General de Prensa. También con esta ley la empresa periodística pasa del dominio del interés nacional  al dominio de la iniciativa privada.
En 1971 había unos 119 diarios de información general inscritos en el Registro de Empresas Periodísticas en España, mientras que en 1966 la cifra era de 107.
Emilio Romero Gómez, autor del texto, fue un escritor y periodista que nació en la localidad abulense de Arévalo el 21 de julio de 1917, estudió Magisterio e inició la carrera de Derecho, pero no la terminó por su deseo de dedicarse al periodismo. Dirigió los periódicos “La Mañana”, de Lleida (1940) e “Información”, de Alicante (1944). En 1945, fue designado Jefe de la Sección de Prensa Nacional en la Dirección general de Prensa y unos meses más tarde asumió la jefatura de Orientación Política de la Prensa Española.
Fue director del diario “Pueblo” (donde fue publicado el artículo comentado) entre 1952 y 1975 y como tal fue uno de los periodistas más influyentes durante la dictadura franquista, aunque mantuvo su actividad como articulista en la democracia. En la redacción de “Pueblo” se formaron periodistas como Cebrián, Jesús Hermida, Tico Medina, Raúl del Pozo o José María García. Durante esos años, Emilio Romero consiguió que su periódico pasara de los 25.000 ejemplares a los 300.000 con lo que lo dejó al retirarse de la dirección en 1976. En este periódico vespertino se hicieron famosos sus artículos de opinión que estaban ilustrados con un gallo, por eso se conocían como los “gallitos”.
Tras su etapa al frente de Pueblo, en 1976, fue nombrado Delegado Nacional de Prensa y Radio del Movimiento. En este periodo fundó la revista “La Jaula”, que tuvo una vida muy efímera ya que fracasó. También intentó en 1977 resucitar en Madrid el periódico “El Imparcial”, cuya cabecera, al igual que la de “El Sol”, había registrado con anterioridad a su nombre, pero también fracasó y en septiembre del mismo año se hizo cargo del periódico madrileño “Informaciones”. Desde 1969 fue director de la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid y de la Mutualidad de Escritores de Libros. En los últimos años de su actividad periodística publicó artículos en los diarios “Ya”, “ABC”, “Informaciones” y en “El Periódico de Catalunya” y en la revista “Interviú”, también fue comentarista político en La COPE y RNE. Romero que había obtenido el Premio Planeta de Novela en 1957 por “La paz empieza nunca”, el Nacional de Literatura de 1963 por “Cartas a un Príncipe”, el Nacional de Periodismo en 1955 y otros premios periodísticos falleció en Madrid en 2003.
 El diario “Pueblo” fue un diario vespertino madrileño editado durante el franquismo, propiedad de los sindicatos verticales del régimen, donde se formaron muchos de los periodistas que llevarían a cabo la renovación de la prensa durante la Transición española. Sus orígenes se remontan al periodo en el que Gerardo Salvador Merino estuvo al frente de la Delegación Nacional de Sindicatos. En abril de 1940, se crea un diario sindical, que acabaría configurándose definitivamente dos meses después, bajo el nombre de “Diario Pueblo”. Esta fue quizás la decisión más importante en materia propagandística durante los años 40. La mayor parte de la información que daba eran sucesos y deportes. Las páginas de opinión, pese a ser un diario conservador, son consideradas una cantera de disidentes, ya que en ellas se introducían disimuladamente ideas contrarias al régimen. Con la llegada de la Transición, el diario se disolvió, y muchos de sus periodistas, dirigidos por Emilio Romero, participaron en el que parecía que iba a ser su sucesor como diario de referencia, “La Jaula”, pero como ya he dicho antes esta iniciativa fracasó.
Emilio Romero habla en el primer párrafo del texto de la Ley de 1966 que he explicado al principio del comentario y dice que gracias a esa liberación de la censura previa abrió los periódicos a la voz de las minorías pensantes y de la opinión pública. Al hilo de este comentario comienza el segundo párrafo hablando de que llegan a los periódicos personas que tienen más entusiasmo liberal que entusiasmo por ofrecer información, con más ímpetu que rigor periodístico. La siguiente frase hace referencia a que como España vive una dictadura y no hay pluralismo político, éste se manifiesta en los periódicos.
Emilio Romero contrapone los periódicos consolidados con los periódicos “necesitados de lectores” que han recurrido a la salida de tono, al efectismo informativo, a la insolvencia política y que han dejado de lado los asuntos serios del país para proferir críticas, señalar discrepancias y se dedican a publicar ataques personales, por ello el título del artículo pretende “cortar esas lenguas” que no se preocupan de los asuntos importantes que acontecen en España; por ello explica que para poder usar la libertad de expresión en un medio informativo es preciso medir las palabras que se publican.

Bibliografía:

BENEYTO, Juan: “Sobre la información y la política de prensa durante el franquismo”. Periodistas, nº 7, enero, 1988, pp. 68-74.

GONZÁLEZ CALLEJA, Eduardo: “La prensa falangista y la prensa del movimiento y del Estado: consideraciones sobre su origen y su desarrollo”, TUÑÓN DE LARA, M. (dir.) y GARITAONAINDIA, C; GRANJA, J.L.; PABLO, S. de (eds.): Comunicación, cultura y política durante la Segunda República y la Guerra Civil, Tomo II, España (1931-1939), II Encuentro de Historia de la Prensa, dirigido por Manuel Muñón de Lara, Ed. Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, Bilbao, 1990, pp. 495-517.
  
Ley 14/1966, de 18 de marzo, de prensa e imprenta

En 1962, Manuel Fraga Iribarne sustituye a Gabriel Arias Salgado como ministro de Información y Turismo iniciando un tímido proceso de liberalización y de reducción de las consignas que culminaría con la Ley de prensa e imprenta del 66, complementada por el Estatuto de la Publicidad de 11 de junio de 1964, el Estatuto de Publicaciones Infantiles y Juveniles de 19 de enero de 1967 y el Estatuto de la Profesión Periodística, entre otros textos normativos.
Los principales cambios de esta ley con respecto a la anterior se pueden resumir en:
  • La empresa periodística pasa del dominio del interés nacional al dominio de la iniciativa privada.
  • Se anulan las consignas y la censura previa como procedimiento normal, reservadas a partir de ahora solamente a casos de emergencia nacional o guerra.
  • Impone el depósito previo de publicaciones.
  • Establece el concepto de información de interés general por la cual el gobierno podía obligar a cualquier publicación a insertar gratuitamente notas provenientes de la Dirección General de Prensa.
  • Contempla el secuestro administrativo de publicaciones.
  • Prevé sanciones para quien escriba o publique lo que se considere contrario a los Principios Fundamentales del Movimiento y el ordenamiento jurídico general del franquismo.
  • Permite a los/las periodistas recurrir las posibles sanciones administrativas a través del contencioso-administrativo.
Lo que pretendía esta ley era crear un marco jurídico intermedio entre la restrictiva ley de Ramón Serrano Suñer y las libertades de los países democráticos de nuestro entorno. Aunque no fue una panacea, sí permitió una mayor libertad de movimiento de ideas de la que algunos medios se valieron para mostrar una actitud abiertamente más crítica con el régimen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario